En este análisis se contempla la cooperación al desarrollo desde una perspectiva filosófica partiendo del escritor de origen hindú y orador espiritual Krishamurti (conoce que significa namaste). Partiendo de un punto de vista abstracto, sus principales temas incluían la revolución psicológica, el propósito de la meditación, las relaciones humanas, la naturaleza de la mente y cómo llevar a cabo un cambio positivo en la sociedad global. En el núcleo de sus enseñanzas estaba la comprensión de que los cambios fundamentales de la sociedad podían tener lugar sólo con la transformación de la conciencia humana.

Vamos a referirnos a él desde su gran obra, pero también adentrándonos en sus vivencias personales. En su vida, se suceden varios fenómenos o experiencias psicofísicas, denominadas “el proceso”, relativas a una especie de despertar espiritual. A lo largo de su vida realiza conferencias hablando de la urgente e inaplazable necesidad de un cambio radical y fundamental en la humanidad.

Cooperación entre personas.Su enfoque en el escrito que tratamos “Seriedad y cooperación” es riguroso y muy estricto acerca de lo que significa la seriedad. Confundida muchas veces por su aplicación desde un punto de vista neurótico, ya que eso no es seriedad, sino dogmatismo o creencias. Esto divide a las personas en ideologías y puede llegar a sobrevenir en autoridad, que dificulta la cooperación. Aquí encontramos la conexión con nuestros intereses. Nos dice Krishnamurti que la solidaridad sólo es posible cuando no hay «autoridad» alguna, premisa que deviene de lo afirmado anteriormente: la seriedad implica no aceptar ninguna autoridad, ya que “tal autoridad le impide al ser humano ser una luz para sí mismo” relata el escritor, que recibió la Medalla de la Paz de la ONU en 1984.

Destacado filósofo, que trató el condicionamiento y la negación crítica de lo conocido, la ilusión y la verdad, la ignorancia y la inteligencia, lo que es y lo que no es…, el pensamiento y la meditación. Todo esto tiene relación con las acciones de cooperación, ya que debemos deshacernos de lo aprehendido. Muy espiritualista, se acerca a la doctrina advaita, rama no dualista del hinduismo que afirma la unidad entre las almas (atman) y la divinidad (Brahman). No es un maestro advaita en el sentido estricto de la palabra, pero en sus reflexiones y escritos sí se transfieren ciertas similitudes, como la de su no-dualidad: cuando proclamaba la unidad de «todo lo que es», que el individuo y el mundo no son dos entidades diferentes o que no hay división entre el observador y lo observado… Nos acerca a sus estudios y a hacernos nuestra propia reflexión sobre el objeto de la cooperación.

Incorpora así la idea de la luz, una bonita palabra, muy gráfica y visual. Cuando cada uno es luz para sí mismo, sólo entonces puede cooperar, amar; sólo entonces hay un sentido de comunión. Hay que olvidarse del ego. Nos reta a saber cuál es la cuestión esencial en la vida. La respuesta de lo viejo no es el camino hacia el descubrimiento. Todo lo acumulado: las emociones, el pensamiento, la tradición y las distintas religiones, con sus manifestaciones, nos impiden ver la esencia. En este punto de conexión radicaría nuestra labor de cooperación.

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