El periodismo ya no es lo que era o, al menos, lo que estamos viviendo actualmente como exceso de información pseudopreparada, replicada con pocas diferencias por los grandes medios, no es la esencia de informar. Hay un exceso de agenda política, la politización de los medios. Ya lo dice José Fernández Beaumont en el libro El periodista en la encrucijada reflexionando sobre la contaminación política.

La prensa y las grandes empresas editoras se han convertido en gigantescos dinosaurios corporativos, con enormes gastos de mantenimiento, y casi más jefes que plumillas. El tamaño sí importa, entonces. Se tocan acontecimientos muy generales y la gente quiere informarse de lo que ocurre en su entorno, lo local reclama noticias, al igual que está pasando en el marketing con el SoLoMo (Social Local Móvil). «En Estados Unidos, en ciudades medias hay periódicos digitales ¿por qué no aquí?», afirma Alfonso Alba, uno de los fundadores de Cordópolis, que cubre noticias locales de Córdoba con enfoque interactivo con las redes sociales, al igual que dice que «somos periodistas sin redacción». Esto nos lleva a una necesaria especialización en microproyectos temáticos, en ser más flexibles y diversificarse, pero sin perder el objetivo.

Los hastag son los titulares, los periodistas están en Twitter

Por otro lado, debemos tener claro que una cosa son las TIC (las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones) y otra el conocimiento o, como dice Dolors Reig, las TAC, es decir, las Tecnologías del Aprendizaje y del Conocimiento. Por tanto, no confundir el contenido con el continente, la forma con el fondo: las TIC no son el contenido. Y el tercer eslabón es el empoderamiento de la ciudadanía a través de las nuevas tecnologías y las redes sociales digitales, que son la traslación de las redes sociales personales: la primavera árabe; el movimiento #DemocraciaRealYa, el #15M, descalabros publicitarios, etc. El desencanto de la gente les lleva a buscar nuevos medios y nuevos lenguajes de comunicación: el directo es la retransmisión en streaming, las noticias televisivas son vídeos como testimonio de lo que está pasando, los hastag son los titulares del periodismo digital, los periodistas están en twitter.

El derrumbe mediático que se está produciendo trae consigo que los medios salen perdiendo por el alejamiento de sus lectores. Tienen influencia todavía, pero pierden credibilidad; sin embargo, los periodistas por sí no se han quedado sin ella, ya que su nombre o marca personal sí es marchamo de referente periodísitico. Un ejemplo claro ha sido el ERE de El País con el despido de destacados periodistas, que son reivindicados como ejemplo de profesionalidad. Aprovechemos esto y que tenemos que reinividicar el liderazgo del periodismo digital los periodistas, con el soporte que da internet y la interacción desde los dispositivos electrónicos: smartphones, tabletas, ipads, netbooks.

Por todas estas razones ya desde hace un tiempo hay un esperanzador horizonte de nuevas cabeceras, como Público, extinto en papel, del que han emanado MasPúblico, la revista Mongolia, humor satírico con reminiscencias de La CodornizLe Canard enchaîné; la revista científica Materia. También otros ejemplos de prensa más especializada, como JotDown, con firmas de prestigio; VisaVis, revista para tabletas y formato Apple; el magacine sobre tendencias, Yorokobu. Y otros diarios, como NuevaTribuna; Diario Fenix; Tercera Información; y, por supuesto, eldiario.es, online.

Algunos apuestan por microfinanciación, crowdfunding, donaciones y anunciantes pequeños. Los nuevos medios avanzan en el camino de la tendencia en la colaboración, no tanto en lo competitivo. Hay que sumar y no restar, no enfrentarse. El trabajo colaborativo, las alianzas, la co-creación, el coworking.Tras despidos y EREs han surgido nuevos proyectos. Por ejemplo en Andalucía, Historias de Luz -reciente Premio Andalucía de Periodismo en formato web- hace periodismo con noticias con mensaje positivo, que no suelen cubrir las televisiones; Granadaimedia, cabecera hiperlocal, que nace de un despido masivo; SevillaReport, con una visión diferente de Sevilla haciendo reportajes en profundidad, o SevillaDirecto. Y el pionero fue Cibersur.

Deshacerse de plantilla valiosa con gran conocimiento de la reciente historia de su zona geográfica y su clase política es un desperdicio de talento; pero también la población consumidora de noticias, que está abandonando por desencanto y descrédito la información publicada oficialista, debe ser nuestro público objetivo. Quizá en esta brecha estén los nuevos medios digitales, el periodismo de siempre, con los periodistas volviendo al origen.

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