De pequeños nos decían que había que compartir, pues ahora de mayores nos lo estamos tomando al pie de la letra. El fenómeno de utilizar algo de forma común gana adeptos en la era de internet y las redes sociales.

Las webs participativas, las web para poder desear un feliz cumpleaños y otras muchas existentes posibilitan opciones como por ejemplo que compartir un coche en un viaje sea posible sin tener que ser amigos de toda la vida o vecinos del mismo bloque. Las ventajas de la conducción compartida de un vehículo en un trayecto son múltiples: se ahorra dinero, se reducen emisiones de gases nocivos, disminuye la circulación de vehículos, el viaje se hace más ameno, se conoce gente, en definitiva, se viaja más barato. Te puede interesar viajes o retiros espirituales a la India.

La crisis económica y los altos precios de determinados medios de transporte han favorecido el incremento de redes sociales y portales web para compartir coche, alternativa a la movilidad convencional. De hecho, el fenómeno carpool surge en Alemania, en los precarios años 20, y se traslada a Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, también en periodos de escasez y recesión económica.

Portales como Amovens, que colaboró en el último EBE; Carpolling, plataforma para compartir vehículo en España y Europa; o Blablacar, red social con más de diez millones de viales, suelen prefijar un precio a cada viaje tipo, facilitan que se encuentren compañeros de viaje si uno conduce su propio coche o, por le contrario, se pueden buscar posibles trayectos para ir de pasajero. Se deben asignar determinadas características básicas sobre el coche o sobre el conductor: si se fuma o no, si se viaja con niños/as, cuántas plazas hay disponibles, etc. Y los itinerarios se difunden en las redes sociales más conocidas para ampliar el resultado que queremos.

Nos viene a la memoria el dicho de «carretera y manta», pero ahora compartidas.

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