En la Segunda Transición la política ya no dura cuatro años. Los tiempos en política se han acortado alejándose de épocas más extensas y relativamente tranquilas en el modus politicus.

En la Segunda Transición la política ya no dura cuatro años. En la vida actual es complicado que tengamos una única pareja, un solo trabajo y una sola casa. Se ha impuesto el factor múltiple. Y también las legislaturas se han viciado del acelere de la forma de vida. A ritmo de tuits y mensajes de WhatsApp.  Cuatro años son un horizonte eterno. 

La situación política española viene marcada por la problemática de un único territorio, Cataluña, sobre el resto del país. Como hace años pivotaba la seguridad nacional por el terrorismo etarra, surgido en el País Vasco. Es más fácil posicionarse teniendo un enemigo identificable y simple de visualizar para la ciudadanía que sin tener un malo. 

La Segunda Transición es inaplazable ante el crecimiento de Vox

El fantasma de Franco y la muerte del bipartidismo. Ya no son dos partidos (PSOE y PP), sino dos bloques, formados por socialistas. Podemos y nacionalistas.  PopularesCiudadanos y la ultraderecha. En este sentido, la gente tiene menos en cuenta sus problemas directos, como el paro, o la corrupción cuando hay una problemática mayor. Aunque sea abstracta, como el independentismo o el victimismo.

Pensemos en la Guerra Fría o en el nuevo orden mundial, con TrumpBolsonaro y su proteccionismo populista. España lleva varios años en modo de prueba con el multipartidismo dando un paso adelante y dos atrás. Porque queda mucho por aprender en este nuevo panorama con tantos actores invitados. Que no se van a ir.

Andalucía ha jugado como banco de pruebas con una derecha tripartita

Para gobernar sin un bloque unívoco. Los partidos de izquierda se quedaron entre la soberbia de la candidata socialista y la falta de autocrítica del PSOE andaluz. Durante casi 36 años y la bisoñez podemita que practica la política todavía desde el activismo. Sin querer perder su virginidad dogmática en las instituciones desde un pragmatismo más posibilista y real.

La política se divulga mucho más desde lo emocional. Desde los programas de televisión con contenidos de infotaiment –noticias de consumo rápido sobre política con enfoque de entretenimiento, tipo La Sexta Noche-. Con el periodismo de declaraciones sensacionalistas y encendidas y, sobre todo, movilizando a los votantes a golpe de tuit.

Con mucho marketing visual desde sus perfiles de Instagram de políticos humanos, simpáticos y cercanos. Compartiendo sus actos como personas de a pie. Sin olvidar esa nueva forma de informarse que son los mensajes de WhatsApp.

Las fakenews llegan por los mensajes de guasap y en los grupos la gente los da por válidos, como noticias verificadas. 

En este contexto de simplificación y bots, amigos de la propaganda virtual, la derecha ha sido lista y ha tejido alianzas a partir de las semejanzas.

Esta Segunda Transición plantea a la izquierda la necesidad perentoria de movilizar a su electorado. Para que no vuelva a quedarse en casa enfadado o teorizando.

Dar un paso adelante con un pacto de alianzas para hacer política, la nueva política. La de los acuerdos entre todos los actores invitados, definitivamente, en esta nueva fase de la democracia española. 

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