Si nos preguntamos si las Tecnologías para el Empoderamiento y la Participación (TEP) son la herramienta en sí o el cambio, vamos a adentrarnos en esta cuestión. Por una parte, sí pueden llegar a convertirse en herramientas poderosas, pero el aspecto central está en si las TEP pueden llegar a ser eficaces, es decir, si son participación  y empoderamiento eficaces. Para que lo sean, debemos ser capaces de combinar habilidades, conocimientos y estrategias digitales que luego podamos integrar en nuestra vida diaria.

Estas competencias siguen un proceso incremental, nacen de la colaboración y la comunicación, aumentan con el aprendizaje de gestión de la información de manera muy eficaz y pueden llegar a potenciar la autonomía de aprendizaje y la resolución de problemas, con los PLE (Entornos Personalizados de Aprendizaje) para posteriormente conducirnos a arquitecturas colaborativas que nos permiten  iniciar y/o participar en proyectos digitales  de valor personal, económico o  social. Todo esto puede darse en sociedades económica y socialmente avanzadas; en poblaciones desfavorecidas es más complicado porque las fases intermedias pueden no existir. Pero para eso están la motivación y el aprendizaje del alumnado.

Si hablamos de PLE -concepto que trata la pedagoda Dolors Reig en sus estudios-, son sistemas que ayudan a los estudiantes a tomar el control y gestión de su propio aprendizaje. Si el alumnado o público objetivo de una población en riesgo es capaz de llegar a esta autogestión de aprendizaje, podrá conseguirlo. No en vano señala la también periodista y bloguera Mónica Niño Romero que “La multiplicidad de vías de comunicación ha traído consigo un aprendizaje informal”; no es necesario pasar por la educación reglada o estandarizada, sino como lo hacían los aprendices. Los aspirantes o los que aprendían ya se relacionaban en el taller, en consecuencia, adquirían conocimientos prácticos.

Se trata de una educación participativa, democrática, un aprendizaje social, en el que el propio estudiante toma el control y gestión de su propia enseñanza. Tenemos un ejemplo difundido por Globocons es “Ovillage, una aldea virtual en el corazón de Abiyán. El artículo de El País explica cómo desde Costa de Marfil, tres oriundos que crearon Ovillage a modo de trabajo colaborativo, una aplicación similar a BlaBlaCar, eventos de coworking, aportaciones para WikiAfrica, atención a emergencias ciudadanas y todo a través del uso de la tecnología. Han tenido tal eco en el país que dejaron en evidencia las competencias del propio ministerio marfileño. Esto sí es empoderamiento a través de las TIC, es decir, TEP.

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